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Se estima que el transporte marítimo representa aproximadamente el 80% del comercio mundial y casi el 3% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Y según datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). En un informe publicado por el Consejo Marítimo Mundial (WSC) en 2023, se dice que cada año son enviados cerca de unos 250 millones de contenedores, con una carga valorada en más de 7 billones de dólares.
La WSC reporta también una cifra cercana a los 700 contenedores perdidos en el mar para el año 2022. A priori, esta cifra representa un porcentaje insignificante del total de los 250 millones de contenedores enviados cada año, pero como afirmó el presidente y director ejecutivo de la WSC, John Butler, cada contenedor perdido en el mar es importante.
Butler enfatizó que, si bien ver una disminución en el número de contenedores perdidos en comparación con años anteriores es positivo, cualquier pérdida es una pérdida lamentable. Y que los esfuerzos continuarán para para proteger el medio ambiente y convertir el mar en un lugar más seguro para trabajar.
En este sentido, el artículo nos informa que actualmente se están llevando a cabo investigaciones de primer nivel con el fin de mejorar sus prácticas y tecnologías para reducir la pérdida de contenedores en el mar. Mediante la investigación y la implementación de nuevas medidas de seguridad y eficiencia.
Los motivos que llevan a la caída de una gran cantidad de contenedores al mar se resumen principalmente en el mal cálculo de la estabilidad de los buques portacontenedores. No obstante, algunos sugieren la posibilidad de una irresponsabilidad por parte de los cargadores, aunque esto aún no ha sido confirmado.
Existe la sospecha de que puedan declarar falsamente el peso de la carga dentro de los contenedores, lo que podría contribuir al desequilibrio y, en última instancia, a la pérdida de los contenedores en el océano.
Esta interrogante comúnmente surge debido a la gran cantidad de vídeos que circulan en internet, los cuales nos demuestran la fuerza implacable de las olas golpeando contra los barcos de transporte.
Y no es para menos, ya que al dejarnos llevar por estos vídeos, podríamos concluir erróneamente que el mar es un cementerio de contenedores. En parte, esta percepción en el pasado podría ser acertada, ya que según el informe de la WSC, la peor época fue entre 2011 y 2013, con una media anual de 2,683 unidades perdidas, debido al hundimiento del buque MOL Comfort, ocurrido en 2013 y que conllevó la pérdida de unos 4.500 contenedores, y el encallamiento del M/V Rena (2011) frente a las costas de Nueva Zelanda, que transportaba al rededor de 1.300 contenedores.
La mayoría de las veces, los contendedores que caen al mar suelen quedar a la deriva. Aunque muchos de ellos terminan en el fondo del mar, se han reportado casos donde acaban llegando a la costas siendo arrastrado por las corrientes marinas.
Además, la descomposición de otros materiales contaminantes puede contribuir a la contaminación de la fauna marina, creando así una cadena de eventos que eventualmente podrían afectar la salud humana al consumir productos marinos contaminados.
Pero, hay que tener en cuenta que, independientemente del contenido que transportan los contenedores, el hecho de que estén ahí ya genera daños en los ecosistemas marinos.
Cuando caen al mar, representan un peligro no solo para el medio ambiente, la integridad de la carga y el buque que los transportaba, sino también para otros barcos que navegan en la misma ruta. Estos contenedores perdidos se convierten en obstáculos flotantes impredecibles, potencialmente capaces de causar colisiones y accidentes graves en el mar. Además, su presencia puede obstruir las rutas de navegación, dificultando la operación segura de otros buques comerciales y aumentando el riesgo de accidentes en alta mar.